1. INTRODUCCIÓN
La exposición que ahora presento en ésta auténtica página, referente mundial de la actividad jurídico-deportiva sobre el tema del fútbol base en el entorno familiar, pretende modestamente manifestar unos hechos y situaciones que no pueden generalizarse en modo alguno, porque al generalizar cometería el gravísimo error de meter a todo el entramado del fútbol base en el mismo saco, pero sí quiero referirme y por consiguiente hacer un análisis de un fenómeno relativamente nuevo, que cada día está más presente en los terrenos de juego entre equipos de fútbol base de las diversas categorías (benjamines, alevines, infantiles, etc.), y desde el puesto de observador de jóvenes jugadores que cada fin de semana se dan cita en los campos de fútbol, he conocido, apreciado y soportado conductas y actitudes de padres de jugadores que no tienen nada que ver con la verdadera práctica deportiva.
2. LOS HECHOS
El fútbol profesional, entre otras, se caracteriza por su enorme importancia como deporte-espectáculo y por tanto como un puro negocio. El fútbol profesional puede ser espejo y catalizador que relance y dinamice la actividad física y el deporte en general, y esto como consecuencia del mimetismo que transmite el espectáculo deportivo a los practicantes más jóvenes.
El fútbol tiene una enorme proyección mundial hasta el punto de que se ha convertido en un excelente escaparate donde miles de niños se miran como un referente, y donde muchos padres proyectan en sus hijos los deseos insatisfechos de lo que le gustaría ser.
Desde edades muy tempranas, esto es, en las categorías de prebenjamines y benjamines (entre 6 y 9 años), los padres ya empiezan a vigilar de cerca y toman nota del progreso que llevan a cabo sus hijos en los terrenos de juego, e incluso llega a tal punto el fanatismo sobre el fútbol que pocos padres anteponen la felicidad del niño a cambio del propio deseo de grandeza y lujo.
Hoy en día se ven hasta rivalidades y peleas entre los padres de chavales que juegan en el mismo equipo por el simple hecho de que uno es titular y el otro es suplente o no va convocado. Hay padres que presionan tanto a los niños que incluso llegan a reprenderles públicamente cuando hacen las cosas mal o no le han salido como a sus progenitores les gustaría.
Los jóvenes jugadores sometidos a un alto grado de presión, a veces piensan que no tienen suficiente calidad futbolística y por consiguiente no llegarán a ser jugadores profesionales y ganar millones de euros como sus padres quisieran, por eso mantienen esa incertidumbre y no quieren decepcionar a sus padres. Llegar a ser un jugador profesional de fútbol hoy en día es muy difícil porque depende de muchos factores, entre otros, la suerte. Sólo cabe decir a título meramente informativo que en España hay aproximadamente 600.000 licencias federativas de jugadores de fútbol y sólo unos pocos, alrededor de 1.300 tienen licencia profesional y, de éstos un porcentaje muy reducido son la auténtica elite del fútbol profesional, es decir, los que firman contratos millonarios que incluyen entre otros conceptos, primas por un número determinado de partidos, derechos de imagen, spots publicitarios, etc.
Es frecuente en los terrenos de juego ver a los padres desde la banda dar instrucciones a los niños sobre lo que debe hacer en cada momento y la situación que debe ocupar en el campo. Por otra parte, nos encontramos con el entrenador del equipo cuyas instrucciones muchas veces no coinciden con las indicadas una y otra vez por los padres. La situación puede llegar a producir en los niños un estado de confusión tal, que no sepan lo que tienen que hacer en cada momento y, a partir de esa presión que reciben es donde empieza la génesis que conlleva a la apatía, la ansiedad, la decepción y en definitiva al fracaso.
Muchos padres tienen puesta una venda en los ojos, piensan que el niño es un fenómeno y no ven más allá de lo que tienen, sin conocer otros clubes y otros ámbitos, por tanto, a los padres habría que educarlos en principio para que no fueran tan forofos de sus hijos cuando están en las gradas y en segundo lugar, impregnarlos de cierta dosis de realismo.
En la categoría de juveniles, los chavales se comen a los árbitros con el apoyo y aliento del referente familiar cuando los colegiados toman decisiones contrarias a los propios intereses de cada uno de los contendientes. En algunos campos, las peores son las madres, pues insultan a los rivales, al árbitro e incluso llegan a parar los partidos para dar agua al niño.
Como consecuencia de todo esto, el fútbol base está reproduciendo de manera insistente los graves desequilibrios y los enormes problemas que se vienen sucediendo desde hace años en el sistema educativo, donde el principio de autoridad no sólo está en crisis, yo diría incluso que casi ha desaparecido o extinguido.
Haciendo un pequeño inciso, voy ahora a referirme a la problemática latente del sistema educativo y, aprovecho la ocasión para hacer una pequeña reflexión, esto es, un país Europeo como Finlandia el cual lleva más de 30 años con la misma Ley de Educación dando como resultado uno de los porcentajes más bajo de la Unión Europea en fracaso escolar, sin embargo en España, país Europeo por excelencia con un índice de los más alto de Europa en fracaso escolar, ¿cuántas leyes de educación llevamos en 30 años?.
Retomando el hilo conductor de la exposición, las raíces del fenómeno quizás haya que buscarlas en la enorme repercusión mediática que tiene el mundo del fútbol profesional en diversos lugares del planeta (Iberoamérica, Europa y últimamente se está viendo el resurgir del continente Africano y Asiático), y esto cada vez va a más, donde el sueño del jugador de fútbol profesional es sinónimo de prosperidad, lujo, fama y en definitiva, riqueza.
3. LAS CONSIDERACIONES
Según Johan Cruyff, uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia de éste deporte, el fútbol es un juego que se juega con el cerebro y, refiriéndose a los entrenadores decía “que lo primero que hay que hacer es enseñar en lugar de entrenar, hay que educar a los entrenadores, pues la mayoría son bastante malos”. Este autor en este sentido no comparte la última opinión del forjador del “Dream Team”.
Juan Ledesma, presidente del club Flecha Negra de Badajoz, considerada hoy en día la mejor cantera de Extremadura, destaca que hay un porcentaje muy alto de padres que gracias a sus hijos piensan que van a comer del fútbol, y no son conscientes de lo difícil que es llegar a ser profesional y triunfar. Continúa diciendo que, la mayoría de los padres no tienen ni idea de cómo funciona el fútbol y piensan que van a manejar a los futbolistas, porque claro está, esto mueve mucho dinero y prueban a ver si tienen suerte.
Por otra parte, según Pere Gratacós, seleccionador catalán de fútbol, afirma rotundamente que en las edades de formación los niños deberían ser huérfanos.
Según Pedro Rocha, delegado provincial en Cáceres de la Federación Extremeña de Fútbol, los padres presionan demasiado a los niños, deberían ser menos forofos y aprender a ver las cosas más fríamente. A muchos padres, en gran medida habría que educarlos.
Al menos algunos presidentes de club están poniendo las cartas sobre la mesa y no permiten ciertos comportamientos para no fomentar una mala imagen de la práctica deportiva, tal es el caso del Sr. Antonio Olivera Méndez “Cachola”, a la sazón, presidente del club Cerro de Reyes, de Badajoz, que milita actualmente en 2º B, donde cada vez que un padre monta un número en el campo, expulsa al jugador del equipo, y lo mismo hace con el entrenador que lo permite.
4. CONCLUSIONES
El deporte del fútbol se ha convertido actualmente en una de las actividades con mayor poder de convocatoria y movilización. El deporte en general se constituye como un elemento fundamental del sistema educativo a la vez que su práctica es importante para el mantenimiento de la salud, según se recoge en el preámbulo de la Ley del Deporte 10/1.990, de 15 de octubre.
Es en el ámbito familiar y educativo donde se deben inculcar a los niños los valores dimanantes de la práctica deportiva, tales como el respeto al contrario, la nobleza en el juego, el compañerismo, el esfuerzo, el espíritu de sacrificio, la solidaridad, etc.
Pero la problemática incumbe por igual a padres e hijos. Los padres como tales deben dar ejemplo de educación, respeto y saber estar, para trasmitirle y proyectar esos valores a sus hijos, pero si tales padres carecen de esos valores, difícilmente pueden transmitirlos a los hijos.
No quiero pecar de pesimista, pero se me antoja que hay difícil solución a un conflicto que crece rápidamente.