05 de marzo de 2012 |
Sobre la expulsón de Piqué Por Ángel Andrés JIMÉNEZ BONILLO
Ha declarado Gerard Piqué que su expulsión del pasado fin de semana “fue premeditada”. Eso es como decir que el colegiado quería expulsarlo. No recuerdo unas declaraciones similares el día en que el F.C. Barcelona eliminó al Chelsea en la Liga de Campeones de 2009, cuando los errores arbitrales beneficiaron notablemente a su equipo.
Es absurdo e injusto pensar que un árbitro se equivoca a propósito. Bueno, y encima, en el caso de Piqué, la expulsión fue un acierto (aunque, si no fuese así, las palabras del jugador seguirían siendo reprochables, obviamente). El error (por parte de todos, no sólo de los árbitros; que los jugadores ganan mucho más y también fallan) es parte del juego y de la vida. Eso es todo.
Las declaraciones de Piqué merecen una sanción ejemplar. No es que tenga que pagar él por todos los que en el mundo del fútbol dicen barbaridades que pisan la dignidad de los demás, pero en algún momento se tendrán que empezar a perseguir como es debido las conductas violentas (el pisotón de Pepe a Messi, por ejemplo), las antideportivas (como los fingimientos o las manos voluntarias para marcar deslealmente un gol) o las que atentan contra el honor (por ejemplo, las desafortunadas palabras de Piqué).
Todos hacemos y decimos cosas indebidas, desde luego. Lo realmente triste en el fútbol es que ello no se condene en absoluto. No se aplaude lo caballeroso ni se rechaza lo detestable. Cada uno hace y dice lo que le place sin importar si ello es bueno o no, si es ejemplar o no, si es un acto que eleva la condición humana o la envilece. Está claro que nada humano es ni puede llegar a ser perfecto, pero tampoco debemos navegar eternamente en lo miserable sin que se vea nuestro deseo de cambio.
Ángel Andrés Jiménez Bonillo, árbitro de fútbol y Presidente de la Asociación Deporte Sin Insultos. 5 de marzo de 2012.
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Modificado el ( 08 de marzo de 2012 )
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