16 de agosto de 2011 |
La LFP contra todos, ¿o viceversa?
Javier Rodríguez Ten El culebrón deportivo de este verano bien podría denominarse “la Liga Nacional de Fútbol Profesional contra todos”. Atrás quedaron otros sucesos que animaron, a nivel jurídico-deportivo, las pretemporadas de años anteriores (Granada 74 sí, Granada 74 no; amaño de partidos por parte del Hércules sí, amaño de partidos por parte del Hércules no, etc.). Este año le toca a la LFP, la organizadora del fútbol profesional español (Primera y Segunda División “A”, ahora denominadas “Liga BBVA” y “Liga Adelante” respectivamente), presionada desde distintos frentes como consecuencia de diferentes decisiones a las que se ha visto obligada, empujada por la crisis económica que atenaza al país en general y, cómo no, también a dicha entidad, a los clubes de fútbol y a sus propietarios.
Era algo que se veía venir. En época de bonanza económica, la LFP ya demandaba al Gobierno y a las Administraciones Públicas que se adoptaran las medidas legislativas necesarias para adecuar su situación a la realidad de la entidad social y económica del producto que gestiona, que hace ya tiempo se cuantificó en torno al 1% del PIB nacional, sin una respuesta satisfactoria; muy al contrario, la cortina de humo fue la respuesta, en forma de grupos de trabajo, comisiones parlamentarias, proyectos de reforma que no satisfacen a nadie, etc.
El cambio de escenario ha hecho reventar ahora lo que el crecimiento económico posibilitó mantener oculto artificiosa y temporalmente. El fútbol es un pozo sin fondo en el que toda la inversión que se pueda captar es materializable de manera instantánea en la mejora de la plantilla, que es la herramienta a través de la cual los clubes intentan conseguir sus fines, que no son otros que alcanzar la mejor clasificación posible para satisfacer del mejor modo a sus abonados, espectadores, telespectadores, anunciantes, patrocinadores, etc., generándose un incremento de ingresos que se aspira sea suficiente para recuperar, al menos, lo invertido. Aun a sabiendas de que ello resulta prácticamente imposible, y que vivir en déficit es algo habitual en el ámbito del fútbol profesional (no es nada que la Administración pueda reprochar a los clubes, puesto que como estamos viendo en los últimos meses, gastar más de lo que se tiene es algo no sólo frecuente sino legal para nuestros gestores políticos estatales, autonómicos y locales). Y es que el propietario de un club (curiosamente todos los clubes son propiedad de un máximo accionista, no existe la multiplicidad de accionistas importantes) no gana dinero con él, al menos como debiera ganar siendo titular de una empresa, puesto que la normativa aplicable y la realidad práctica lo hacen muy difícil o imposible; se adquieren, se gestionan y se venden. E incluso se puede ser condenado personalmente por causa de la gestión realizada (el ejemplo lo tenemos reciente con el Celta de Vigo, y eso que durante el juicio se descubrió que existían Sentencias favorables a los demandados que les daban la razón en la forma de gestionar la entidad).
LEER TEXTO COMPLETO
|
Modificado el ( 16 de agosto de 2011 )
|