26 de octubre de 2010 |
EDITORIAL
EL PARTIDO DEL SALAMANCA DEBIÓ HABERSE SUSPENDIDO
Miguel García, centrocampista de la U.D. Salamanca, acaba de salir del peor trance que le deparaba la vida. El fantasma de la muerte súbita se paseó de nuevo por el fútbol español. Corría el minuto 60 del Salamanca-Betis cuando el ahora centrocampista del equipo charro se desplomó. El suceso trajo a la memoria el desvanecimiento de Rubén de la Red, el jugador del Real Madrid que ha sido apartado del fútbol definitivamente tras el síncope que sufrió en un partido de Copa hace dos años. Sin embargo, el episodio sufrido por Miguel García, de 31 años, tiene una causa diferente: se originó por un infarto, al contrario que casos como el de Puerta o De la Red, de origen arrítmico. "Estuvo entre 15 y 25 segundos muerto", señaló el médico del club charro.
En el Helmántico se vivieron cuatro minutos dramáticos. Los compañeros de García lloraban sin consuelo. El silencio en las gradas era absoluto. Con el jugador tendido e inconsciente, los servicios médicos de ambos equipos procedieron a las maniobras de resucitación cardiopulmonar, pero el pulso había desaparecido. Había que desfibrilar (restaurar el latido normal). Hubo que aplicar el choque eléctrico en dos ocasiones. Y el corazón de García respondió al fin. El Helmántico estalló en un aplauso que, según cuentan, puso los pelos de punta cuando el jugador fue evacuado del campo en camilla. Ya en la ambulancia, Miguel García recupera la consciencia. Ya en el hospital se le colocó un stent (dilatador de la arteria) y el pronóstico es bueno, pero, según se informó un día después, ya no podrá reincorporarse a la práctica deportiva.
El problema
El especialista en cardiología Pérez Villacastín declaró que, aunque los datos han venido refiriéndose a edades superiores a los 35 años, "por encima de los 28 ó 30 años ya existen casos de cardiopatías isquémicas (obstrucción de una arteria coronaria por un trombo) en deportistas, como lo confirma el caso de este futbolista [Miguel García]". El doctor Villacastín añadió que la pasada semana puso en marcha el primer estudio de investigación en muertes súbitas en nuestro país.
A la vista de lo sucedido, hacemos algunas observaciones:
a) Aplaudimos la eficaz labor de rehabilitación que los médicos realizaron para salvar la vida a Miguel García. Realmente, sin un desfibrilador y unos médicos capaces ahora estaríamos hablando de una auténtica tragedia.
b) Sugerimos a las administraciones públicas, a las federaciones, y a las ligas profesionales, que den prioridad a este asunto, la muerte súbita (en cualquiera de sus variantes), en el marco de los programas de prevención de la salud en el deporte. Es fundamental apoyar con sinceridad los programas de prevención, dotando medios humanos y técnicos suficientes. Al menos en alguno de los casos conocidos, una detección a tiempo de la causa habría evitado la muerte. El caso Antonio Puerta, del Sevilla, fue incluido por algunos entre estos supuestos; otros especialistas dijeron que la causa no pudo ser advertida en los controles periódicos realizados al jugador al margen de la pericia de los médicos.
c) Y por supuesto, potenciar la intervención sanitaria de urgencia, o primera asistencia; es importante, trascendental, que se disponga de desfibriladores en todos los espacios deportivos de competición, cualquiera que sea su categoría o nivel, como también lo es que los organizadores de las competiciones tengan un servicio médico que sea capaz de afrontar situaciones como la padecida por Miguel García.
Un último comentario: ¿Debió haberse suspendido el partido?
Pues sí. En un comentario anterior, referido a las tragedias en el deporte y la suspensión del los encuentros, decíamos que habría que analizar caso a caso. Cualquiera que visualice las imágenes del partido Salamanca-Betis (24 de octubre de 2010) verá a unos jugadores del Salamanca totalmente abatidos por el impacto del caso Miguel García. Eran incapaces de afrontar el resto del encuentro sin dejar de pensar en un compañero que se debatía entre la vida y la muerte.
Se equivocaron por tanto los clubes y el árbitro por no tomar esta decisión. Es cierto que en el minuto del suceso (60) el Salamanca ya perdía por 0-2, pero es obvio que la remontada, siempre difícil, se tornaba imposible ante un episodio de tal magnitud emocional. El partido acabó 0-3.
IUSPORT. 24.10.10
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Modificado el ( 29 de octubre de 2010 )
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