El colegio farmacéutico dice que
investigará la venta de EPO sin control DIEGO TORRES,
Madrid
Los colegios de farmacéuticos reaccionaron con alarma y afán investigador ante la
noticia de que la hormona dopante EPO se puede conseguir en las farmacias. El Consejo
General de Colegios Farmacéuticos de España y el Colegio de Farmacéuticos de Madrid
anunciaron ayer su intención de abrir sendos expedientes de investigación para sancionar
a las farmacias a las que se identifique como expendedoras de EPO (véase EL PAIS del
domingo).
La sustancia dopante de moda, la EPO, abreviamiento de su nombre científico
(eritropoyetina), se expende en algunas farmacias de Madrid sin receta y sin ningún tipo
de control a pesar de que se trata de un producto calificado como de "uso
hospitalario" por el Ministerio de Sanidad. Su venta en farmacias está prohibida
-incluso con receta- y está calificada como "sustancia dopante" por todos los
organismos deportivos, aunque su detección de su uso es imposible con los métodos
actuales.
Pedro Capilla, presidente del Consejo Superior de Colegios Farmacéuticos, parecía un
hombre indignado ayer: "Queremos elaborar una lista de las farmacias que hayan
infringido la normativa para actuar cuanto antes y levantar un expediente colegial de
investigación para que la comunidad autónoma [las consejerías de Sanidad de las
comunidades desempeñan la potestad de inspección y sanción] proceda a sancionar a los
responsables".
Capilla expresó su incredulidad ante la información de que diez farmacias del centro
de Madrid -visitadas al azar por EL PAIS- venden EPO sin ningún control. El nombre
comercial de la hormona adquirida por EL PAÍS es Eprex y está fabricado por los
laboratorios Janssen-Cilag.
"Errores"
Capilla se pronunció con rotundidad en defensa de su gremio: "Nosotros no tenemos
la obligación de controlar a las farmacias, actuamos cuando hay una denuncia y por eso
queremos los nombres". El presidente de los farmacéuticos admitió la existencia de
"errores" coyunturales pero dijo que no cree que las farmacias actuaran
irregularmente "en esa cantidad", en referencia a la información publicada en
EL PAIS: de diez boticas consultadas, todas accedieron, sea por ignorancia o con la
intención de hacer un buen negocio, a la venta de Eprex (se vende a 14.000 pesetas la
caja más pequeña).
"Yo a un cliente, en principio, no le tengo que pedir receta ni nada si viene a
pedirme un medicamento, y lo encargo al almacén. Pero luego, con el medicamento en la
mano, es otra cosa", argumentó. Capilla terminó su exposición con una analogía:
"Cuando un delincuente pide un pasaporte se le dice que se le dará. Otra cosa es que
luego se averigüe que el reclamante es un delincuente".
Sin embargo, EL PAÍS llegó a adquirir el producto prohibido, sin que se interrumpiera
en ningún momento el proceso. Y algunos farmacéuticos lo solicitaron al almacén tras
haber consultado el vademécum donde consta que sólo se puede usar en hospitales.
Sanciones
Desde la Consejería de Sanidad de Madrid la postura es clara, según un portavoz:
"Los medicamentos calificados como de "uso hospitalario" por la Ley del
Medicamento no tienen por qué llegar a manos de los farmacéuticos, salvo excepciones. Es
más, el laboratorio no puede suministrarlo a las farmacias salvo que la farmacia sea
proveedora de un hospital".
En caso de que se compruebe la existencia de una falta por parte de la farmacia, la Ley
del Medicamento prescribe sanciones que van desde las 100.000 a las 2.500.000 pesetas de
multa.
Por su parte, el Colegio de Farmacéuticos de Madrid, anunció ayer que iniciará una
investigación "con el fin de depurar las oportunas responsabilidades en que pudieran
haber incurrido las oficinas de farmacia sometidas a muestreo".
Fuentes del Colegio anunciaron que se ha propuesto una revisión no sólo de las
farmacias sino de "toda la distribución" de medicamentos, en alusión a las
posibles responsabilidades de los almacenes a la hora de controlar la expedición a las
farmacias de productos de exclusivo uso hospitalario.
Las boticas que antes ofrecían el fármaco
ya lo tienen "agotado"
D.T, Madrid
Un redactor de este periódico visitó ayer cinco farmacias en Madrid, una vez publicada
ya la información -en EL PAÍS del domingo- que denunció la venta de EPO sin control en
los 10 establecimientos donde él mismo la pidió sin identificarse como periodista.
El informador solicitó de nuevo comprar Eprex, uno de los tres medicamentos que
contienen eritropoyetina o EPO, el fármaco cuya mera posesión provocó detenciones de
médicos y clicistas en el pasado Tour. El precio no pasa inadvertido: entre 14.400 y
140.000 pesetas según las dosis.
En dos de las farmacias, el mismo periodista había hecho un pedido la semana pasada,
sin que los boticarios le advirtieran de la imposibilidad de su venta por tener el
producto la calificación de "uso hospitalario"; en ambos casos, le habían
dicho "no hay problema" tras consultar los datos del fármaco en un ordenador.
Pero ahora, después de publicarse la información, ambos establecimientos dijeron que
el producto estaba agotado en el almacén y que su venta está restringida a los
hospitales previa receta. En las otras tres farmacias visitadas ayer, los boticarios
explicaron que no tenían el producto pero que intentarían conseguirlo reclamándolo al
almacén. Sólo en un establecimiento se advirtió de la necesidad de receta
(erróneamente: ni siquiera con receta se puede expedir).
La pasada semana, en el recorrido por las farmacias, se visitaron cuatro donde el
periodista sí se identificó como tal. En todas ellas, a diferencia de las otras 10, se
le explicó que no podían venderle libremente el fármaco.
ANTECEDENTES
EL PAIS DIGITAL. 19.10.98
La EPO se vende sin control en farmacias
El producto dopante más perseguido se vende sin
problemas en Madrid
DIEGO TORRES, Madrid
El fármaco más perseguido, aquél cuya mera posesión acarreó detenciones de
médicos y ciclistas durante el pasado Tour, un producto que en teoría no se puede
comprar ni con receta, se vende sin problemas en las farmacias de Madrid.
Este periódico pidió esta semana en 10 establecimientos una caja de Eprex (la famosa
EPO) y en todos ellos accedieron a venderla una vez cumplido el trámite de solicitarla al
almacén. En principio, cabía pensar que el distribuidor negaría el producto al
farmacéutico (pues estos establecimientos no están autorizados para su venta). Pero no
ocurrió así, y EL PAÍS compró sin inconveniente alguno el producto dopante más
famoso, el más utilizado y difícil de descubrir, por no decir de imposible detección.
El alto precio del producto (14.429 pesetas) le dejó al farmacéutico un margen del 29%
(unas 4.000 pesetas); y al almacén, un 12% (unas 1.500 pesetas), unos datos que tal vez
ayudan a facilitar la venta.
EL PAÍS ha visitado para el presente reportaje 14 farmacias (situadas en los barrios
del Pilar, Chamberí y Salamanca). En 10 de ellas el periodista no se identificó como
tal, y todas accedieron a la venta. En otras 4 sí explicó que se hallaba elaborando una
información, y en todas le respondieron que está prohibido vender estos productos (el
caso de la EPO) o que han de cumplirse requisitos rigurosos para su compra (cuando se
pidió la hormona del crecimiento).
Sin registro
Lo cierto es que la EPO (hormona que favorece la fabricación de los glóbulos rojos
cuyo nombre científico es eritropoietina), la hormona del crecimiento (somatotropina) y
los anabolizantes están al alcance de todos aquellos que los deseen. Ningún
farmacéutico de los visitados advirtió de que la venta de la EPO está prohibida por ser
un producto calificado de "uso hospitalario" por el Ministerio de Sanidad; ni de
que la somatotropina está considerada de "diagnóstico hospitalario" (requiere
eceta con visado del inspector de Sanidad).
Otros productos dopantes menos avanzados, como los anabolizantes, sólo precisan receta
médica para su adquisición. Pero es lo mismo. El control sanitario no existe, porque
Sanidad no comprueba si todos los productos de este tipo que llegaron a la farmacia
salieron luego de ella mediante receta. Sólo se regula el gasto en los casos de
subvención de la Seguridad Social. Pero si el cliente paga lo que compra, no hay control.
"¿Tiene Eprex?", consultó este periódico en una farmacia de la calle de
Serrano, en Madrid. "No, pero se lo puedo encargar al almacén", respondió el
mancebo. Y en menos de dos horas vendió la caja más barata, con seis jeringuillas
precargadas con 1.000 unidades de EPO cada una, a 14.429 pesetas en total (la caja
más cara contiene seis jeringuillas de 10.000 unidades y cuesta 144.367). El boticario
hizo caso omiso de que el Eprex (de Jansen-Cilag, el único laboratorio que lo distribuye
a los almacenes) es una de las tres marcas comerciales -junto con el Epopén (Pensa) y el
Erantín (Boehringer-Manheinn)- que contiene la síntesis de la EPO, hormona menos famosa
por su uso terapéutico para enfermos de riñón y de cáncer que por convertir en un
escándalo el último Tour y disparar una de las mayores crisis del deporte mundial.
Según la jefa del almacén de farmacia de una clínica de Madrid, la tentación de un
buen negocio es potente: "Éste es un medicamento muy caro, se vende poco y no creo
que las farmacias pongan pegas para venderlo". En efecto, la reacción del personal a
cargo de las farmacias consultadas era descaradamente interesada. Si conocían que se
trataba de un reportaje para un periódico advertían de la imposibilidad de vender Eprex:
"Esto no lo podemos vender nosotros, ni con receta. Esto se vende a los hospitales
directamente". Cuando no eran avisados, mostraban incredulidad, y luego se prestaban
para la transacción sin hacer más preguntas: "Eprex... uso hospitalario... en dos
horas lo tiene... ¿pero sabe cuánto cuesta?". Y en dos horas la caja estuvo
disponible, incluso con un redondel (puesto con bolígrafo) en el símbolo oficial que
restringe su uso a los hospitales.
Anabolizantes
Diversos farmacéuticos consultados explican que no es difícil conseguir anabolizantes
en farmacias: "Para medicamentos como el Winstrol, que contienen esteroides, el
Ministerio de Sanidad no exige un registro de las recetas, a diferencia de lo que ocurre
con las hormonas o los anestésicos", señala un farmacéutico de Las Palmas. En
cualquier caso, como explica un farmacéutico en la calle Alcalá de Henares, "mucha
gente, sobre todo ligada al mundo del culturismo o aspirantes a bomberos, es capaz de
recorrerse todo Madrid, porque siempre algo pillan". Según este farmacéutico, los
medicamentos más reclamados son los esteroides anabolizantes como el Winstrol y el
Testex, que provocan el desarrollo muscular y sólo se pueden vender con receta. Sin
embargo, estas sustancias se consiguen en el mercado negro, por ejemplo en algunos
gimnasios de culturismo, y a precio más bajo.
Anecdotario de botica
D. T. , Madrid
Las farmacias ofrecen un flanco débil en la lucha contra el dopaje en España, a tenor de
los hechos conocidos en la elaboración de este reportaje.
Y en verdad no faltan anécdotas hilarantes en torno al dopaje y las boticas.
Un farmacéutico de la calle de Goya de Madrid tiene una: "Hace poco vino una
señora mayor y me dijo: 'Necesito Testex [testosterona], para la osteoporosis'. Todos nos
quedamos muy extrañados y cuando nos pusimos a indagar confesó que se la tomaban sus
tres hijos", cuenta el boticario.
"Mucha gente que busca estas sustancias manda a un intermediario para que no
levante sospechas", explica otro farmacéutico.
Sobre las características de quienes reclaman esos productos, los farmacéuticos
coinciden: "Quienes piden Winstrol y Testex -los anabolizantes más reclamados por
los fisiculturistas- están todos inflados", dice uno en la calle del Príncipe de
Vergara, "y siempre te piden el medicamento por el nombre comercial, a ver si
cuela".
En ocasiones los consumidores de estas drogas presentan recetas falsas, reconocibes con
un vistazo: "El papel ordena un producto que contiene un esteroide anabolizante y
está firmado por un psiquiatra".
Los anabolizantes y las hormonas con que se ayudan algunos culturistas también pueden
obtenerse en especialidades de veterinaria. Como precisa Rafael Blanco, presidente de la
Comisión Médica del Comité Olímpico Español, "las sustancias como el clenbuterol
o la nandrolona se emplean en animales, y en el mercado veterinario se consiguen con mayor
facilidad".
Un boticario compasivo confiesa un acto pío: "La testosterona no se la doy a
nadie sin receta; si acaso, a algún viejete que me la pide para echar un polvo". |