¿Código ético o Código patético?
 Por Javier Latorre Martínez
¿Es moralmente aceptable que a
un ser humano, por el simple hecho de ser un ciclista profesional, se le
obligue a pasar un control antidopaje justo en el momento más duro de su vida,
cuando está enterrando a su propio hijo, nacido prematuro y muerto seis horas
después del parto?. ¿Acaso en el mundo del ciclismo se cumple la frase “aquí
todo vale”? Parece que, tras lo ocurrido el pasado 12 de marzo, la respuesta es
afirmativa, tras conocer el macabro espectáculo al que ha tenido que asistir
como “invitado de lujo” el ciclista belga Kevin VAN IMPE, primo del conocido
“grimpeur” Lucien Van Impe, al que tanto admiramos en su día los aficionados de
este apasionante deporte en la década de los años 70 y de los 80.
Todos tenemos claro que el
dopaje debe ser combatido hasta ser extirpado de la práctica deportiva, pero
siempre mediante sistemas que entronquen con la legalidad, y, de forma que, en
sí mismos o en sus modos o formas de ejecución, no estén generando actuaciones
que vulneren derechos constitucionales, legales o laborales de los deportistas.
Ya sabíamos que corren tiempos
revueltos en el ciclismo por culpa de la lacra del dopaje. Pero si no teníamos
suficiente con todo lo acontecido en la Operación Puerto,
sólo ha hecho falta conocer lo sucedido con Kevin VAN IMPE para plantear
profundas reflexiones relacionadas con la práctica de este deporte.
Seguro que VAN IMPE (nacido en
Aalst, en abril de 1981) del equipo The
Quick-Step, jamás podría imaginarse, cuando se disponía a realizar los últimos
trámites de la defunción de su hijo en el Crematorio de Lochristi,
que la obligación de llenar un frasco con su orina, bajo amenaza de sanción su
incumplimiento, debería ser tarea prioritaria para un inspector (recordemos,
que coloquialmente en el argot ciclista, se les conoce con el nombre de
“vampiros”). Probablemente, en esos momentos, VAN IMPE no estaría dudando de la
finalidad última de los Códigos de Conducta y de los métodos antidopaje, pero
seguro que no habrá podido comulgar con el espectáculo y ser partícipe de los
medios utilizados para alcanzar tal finalidad.
En estos momentos, de poco
servirá a este deportista las palabras conciliadoras del Ministro flamenco de Deportes, Bert ANCIAUX, quien
ha reconocido que es necesario
"humanizar" este tipo de controles, afirmando que "La ley es la ley, pero debe ser humana.
Puedo imaginar que el corredor tendría otras cosas en la cabeza". ¿Pensaron
lo mismo las autoridades flamencas cuando le obligaron a someterse a un control
antidopaje mientras ultimaba los trámites para el funeral de su hijo JAYDEN recién
nacido?. LEER TEXTO COMPLETO
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