Pánico en los clubes catalanes ante las inspecciones de la Seguridad Social
 Por Javier LATORRE MARTÍNEZ
Estamos asistiendo a numerosas inspecciones por parte de la Seguridad Social en el ámbito de los clubes deportivos catalanes. Se están reclamando cantidades astronómicas a determinadas entidades deportivas que conducirán inexorablemente a su desaparición o a su empobrecimiento. Hablar de reclamaciones superiores o próximas al millón de euros empieza a ser habitual en determinados entornos deportivos catalanes. Y no sólo se están produciendo inspecciones en el deporte rey del fútbol, sino que otros deportes minoritarios también empiezan a “sufrir” el pánico de enfrentarse a los implacables inspectores.
Realmente cuesta entender que se publiquen continuamente en los medios de comunicación informaciones sobre las deudas millonarias que tiene el fútbol profesional con Hacienda y con la Seguridad Social, y que, en estos momentos, se haya elegido al sector de los clubes deportivos modestos no profesionales como objetivo de inspección. Y, como no podía ser de otra manera, los aficionados de las entidades deportivas inspeccionadas empiezan ya a ver sospechas de un posible afán recaudador por parte de la Administración en la actual época de crisis, confundiendo posiblemente la situación con la aplicación rigurosa e inexorable de la normativa vigente por parte de la Administración.
El periodista Manuel Segura, en futbolcatalunya.com, está realizando un pormenorizado seguimiento de la situación, y titula su reportaje del miércoles 21 de noviembre del siguiente modo “La Seguridad Social lleva de cabeza a los clubes de Cataluña”. Como afirma Segura, los clubes catalanes de Segunda División B, Tercera División y Primera Catalana no están teniendo un final de año excesivamente agradable a causa de las temidas inspecciones por parte de la Seguridad Social, que, en algunos casos, han llevado consigo “exhaustivos repasos de Hacienda”. Y no olvidemos también que los ingresos de los clubes han descendido de forma alarmante por la falta de patrocinadores, menores taquillas, etc.
Manuel Segura ya avanzó la situación en el diario Mundo Deportivo, en su artículo de 16 de junio de 2012, “Acerca de las inspecciones sobre los clubes de fútbol”, recogiendo opiniones de los protagonistas como la siguiente: “si nos exigen tener a todo el mundo con su nómina y sus pagos de Seguridad Social sólo nos quedará cerrar los clubs. Aquí cumplimos con una función social muy importante aunque para ellos sólo cuenta la relación laboral”.
Los clubes de fútbol están muy preocupados, y ya se están reuniendo y buscando soluciones, y quieren audiencia inminente con el Presidente de la Federació Catalana de Futbol, Andreu Subíes, para manifestarle el temor y los riesgos a los que se enfrentan.
Es sabido que los clubes deportivos, sobre todo los modestos, tienen colaboradores, monitores, entrenadores, etc. que desarrollan tareas de formación a los deportistas de las entidades, que conforman el llamado “fútbol base” de los clubes. Y también es sabido que estos colaboradores suelen percibir unas cantidades económicas que a duras penas cubren los gastos en los que incurren para desplazarse a las instalaciones deportivas y dedicarse a esta actividad, en lugar de realizar otras que les pudieran generar mayores rendimientos económicos.
Pero, a pesar de ello, quizás la Seguridad Social haya decidido que es el momento de introducirse en el mundo del fútbol, -qué caray… estamos de moda, campeones de todo.…-. Y así lo ha decidido, y, en particular, ha elegido, entre otros, el ámbito formativo y no profesional del deporte, y de este modo, la realidad es que, con la normativa en la mano, podrá reclamar cantidades astronómicas que ponen en serio peligro la continuidad de la actividad deportiva. Por ejemplo, el presidente del Santboià, Ramón Andreu, se queja de que les requieren un pago de 700.000 euros por los últimos cinco años. Este presidente afirma bien alto: “No somos ni una empresa ni un negocio”.
No cabe duda que la Seguridad Social desea que los clubes deportivos contribuyan por todos sus empleados y por cualquier colaborador que esté vinculado de algún modo con los equipos de un club (fútbol base o no). En algunas inspecciones, ya se ha llegado a acuerdos en cuanto a las cifras y fechas de pago, pero, en otros casos, el tema ha derivado a los juzgados.
Estamos seguros que ahora empieza una larga travesía cuyo final no se vislumbra… o quizás sí, con la inexorable desaparición de entidades históricas, que han fomentado el deporte en sus barrios, en sus ciudades, con personas marginadas socialmente o en riesgo de exclusión. Quizás, en esta época tan complicada en la sociedad, se haya pensado “desde los despachos” que es el momento de olvidarnos de los valores y de los beneficios que conlleva la practica deportiva y buscar que se cumpla la ley de forma inexorable en este negocio del deporte. Realmente, la normativa actual protege a los ciudadanos, pero quizás va en contra de los intereses del mundo del deporte.
Es curioso que los políticos suelen aparecer siempre cuando los éxitos del deporte son noticia, pero en cambio, no hemos escuchado todavía a ninguno de ellos que plantee soluciones a esta grave problemática.
Se habla mucho de la especificidad del deporte. No olvidemos que el Tratado de Lisboa recoge en este sentido que la Unión contribuirá a fomentar los aspectos europeos del deporte, teniendo en cuenta sus características específicas, sus estructuras basadas en el voluntariado y su función social y educativa. Afirma asimismo que la acción de la Unión se encaminará a desarrollar la dimensión europea del deporte, promoviendo la equidad y la apertura en las competiciones deportivas y la cooperación entre los organismos responsables del deporte, y protegiendo la integridad física y moral de los deportistas, especialmente la de los más jóvenes.
Pero, visto lo visto, creo que vamos en dirección contraria, y nos vamos a cargar el deporte entre todos. Si cada día las Administraciones Públicas aportan menores recursos para fomentar la actividad deportiva –no olvidemos los recortes del CSD y de la Generalitat de Catalunya, así como ocurre en otras Administraciones en este ámbito-, y si encima ahora vamos con el “peso de la Ley” como fatal compañero de viaje, para inspeccionar a los clubes modestos, al final resultará que los políticos no podrán salir en la foto alardeando de los éxitos deportivos, puesto que ya no existirá ni deporte ni competición.
Entendemos que la Dirección General de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social quiera ser rigurosa en el cumplimiento de la Ley, pero cuesta entender al ciudadano “de a pie” que se planteen amnistías fiscales para defraudadores de impuestos y que simultáneamente se exijan cantidades económicas desproporcionadas a entidades sin ánimo de lucro, como son los clubes deportivos, cuya única finalidad es fomentar la práctica del deporte y realizar un bien social. Probablemente no le falta razón a la Administración, pero hay que buscar soluciones que permitan también el desarrollo del fenómeno deportivo en toda su amplitud.
Javier LATORRE MARTÍNEZ es subdirector de IUSPORT.
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