Sobre la decisión de La FIFA de levantar la suspensión a Polonia por "invadir la autonomía de la federación polaca"

Por Antonio Aguiar
Ha trascendido que el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, ha alcanzado "un acuerdo" con el presidente polaco, Lech Kaczynski, para levantar a Polonia la suspensión de sus derechos en el escenario del fútbol internacional, tras seis semanas de suspensión a causa de una "intromisión del Estado en los asuntos de la Asociación Polaca de Fútbol"
Kaczynski optó por un “retorno a la normalidad” y declaró públicamente su respaldo al plan de acción trazado por la FIFA con el fin de sacar al fútbol de este país de la crisis en la que se halla sumergido desde hace varios meses. De este modo, el jefe de Estado polaco confirmó la anulación de las decisiones tomadas por el ministro del Deporte el pasado 19 de enero cuando, a pesar de varias advertencias de la FIFA y de la UEFA, suspendió al comité directivo de la Asociación Polaca de Fútbol (PZPN) y a su presidente y nombró comisario al presidente de la Liga polaca de fútbol, Andrzej Rusko, violando los principios de autonomía del deporte.
La noticia merece un comentario urgente porque estamos ante un asunto de hondo calado.
El caso suscita varias cuestiones:
a) La personalidad jurídica y capacidad de obrar de la federación polaca le vienen dadas por su pertenencia a la FIFA, o, como parece lógico, emanan del Estado polaco, que la reconoce e inscribe en el registro público correspondiente, con carácter previo a su afiliación a la asociación internacional?
b) ¿Es un “quítate tú para ponerme yo”? ¿Puede un Estado renunciar a la tutela que le corresponde sobre una asociación constituida con arreglo a sus leyes en favor de una entidad privada –la FIFA-?
Sin perjuicio de posteriores profundizaciones sobre el tema, en este comentario urgente avanzamos este planteamiento: admitir la autoridad de la FIFA para suspender a “todo un país” bajo el subterfugio de suspender los derechos de una asociación miembro, motivada por una presunta intromisión de su Estado en la autonomía de su federación, nos parece un ejemplo más de la escasa consistencia que sufre progresivamente el Derecho Internacional, en el que una y otra vez "los pájaros van contra las escopetas". |