14 de noviembre de 2009 |
TRES REQUERIMIENTOS CONTRADICTORIOS FORMULA 1. Espectáculo, investigación y economÃa Antonio José
González Hernández
La base del interés de los aficionados por la Formula 1 es, desde luego, el magnÃfico espectáculo de una competición al más alto nivel con luchas muy iguales y cerradas. En una categorÃa en la que compiten también los equipos, con monoplazas propios y diferentes unos de otros, esto se consigue cuando las prestaciones de los vehÃculos son similares.
En los casos en los que una de las marcas consigue avances significativos, el espectáculo decrece. Asà sucedió con Williams en 1996 y 1997 y con Ferrari entre 2000 y 2004, por citar dos casos no muy lejanos. Esta misma temporada, BrawnGP ganó seis de las siete primeras carreras gracias a la ventaja de su nuevo difusor, que le daba mayor adherencia aerodinámica sin aumentar la resistencia al avance. A partir de ahÃ, otras marcas introdujeron difusores similares y su ventaja desapareció.
Por ello, en principio, parece que el espectáculo es incompatible con la investigación. El problema es que la Formula 1 no es solo competencia entre pilotos, sino también entre las diversas marcas. Cercenar los avances y las mejoras en los monoplazas es eliminar la competencia que hay entre ellas para hacer cada vez mejores vehÃculos. Y esta lucha y rivalidad entre los constructores también forma parte del espectáculo, pues es de mucho interés para los aficionados, que son seguidores de alguno de su predilección.
Para hacerlo aun más complicado, la investigación para mejorar los coches, sus elementos y sistemas necesitan unos recursos muy elevados. Permitir libremente la investigación, con pocos lÃmites en las caracterÃsticas de los monoplazas, significa que solo unos pocos equipos podrÃan disponer de los fondos suficientes como para ser competitivos, dejando a las escuderÃas modestas el triste papel de comparsas, lo cual, a su vez, destruye el espectáculo. Encorsetar demasiado las posibilidades o campos de investigación, para hacer los costes asumibles para un mayor número de equipos y ofrecer más y mejor espectáculo, significa renunciar al avance técnico en una categorÃa que se caracteriza, entre otras cosas, por disponer de los vehÃculos tecnológicamente más avanzados. Esta limitación en desarrollo de los coches terminarÃa en breve por hacer de la Fórmula 1 una categorÃa más, y no la reina de las competiciones del automóvil que es ahora.
La consecuencia es que en principio el espectáculo y la necesidad de contener los presupuestos son dos aspectos que se pueden conjugar sin problemas, pues serÃa muy posible que compitieran un buen número de equipos y con vehÃculos bastante similares, por lo que las luchas serÃan más igualadas. Pero eso ya sucede en otras categorÃas. La Fórmula 1 añade el interés en la competición entre el desarrollo de los monoplazas, en innovar para mejorar. Eso significa mayores presupuestos y desigualdades entre equipos cuando alguien consigue una mejora significativa.
¿Cómo conjugar estas 3 cosas? Para ello habrÃa que analizar los diversos campos de investigación en innovación en los monoplazas. Estudiar los costes de investigación en cada campo, la previsible rentabilidad de los avances o mejoras que puedan conseguirse en cada aspecto, su utilidad tanto en competición en particular como en automoción en general. PodrÃa permitirse estas investigaciones y desarrollos en ciertos campos y limitarlas o denegarlas en otros, reevaluando y cambiando periódicamente la normativa para que no haya áreas que queden obsoletas, de común acuerdo a través de un organismo que incluya a todos los afectados (equipos, federación y pilotos).
Antonio José González Hernández es Abogado y Editor de IUSPORT.CO.UK
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Modificado el ( 14 de noviembre de 2009 )
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