Martes
10 noviembre
1998 - Nº 921

 

 

 




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DEPORTES
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Tenerife-Valladolid, duelo de picardías

El sindicato de futbolistas planteará un protocolo ético que evite los engaños

JUAN JOSÉ PARADINAS, Madrid

Los jugadores del Valladolid pagaron el domingo en Tenerife un precio alto por una acción polémica. A falta de tres minutos para acabar el partido, con ventaja del Valladolid por 1-2, el conjunto castellano lanzó el balón fuera para que se atendiera a un contrario caído. El Tenerife, en la reanudación del juego, agradeció el gesto con el gol del empate. "Son cosas que pasan. Nos vale para aprender", es la lección que han sacado algunos jugadores del Valladolid.

En realidad, fue un duelo de picardías: el defensa tinerfeño Pablo Paz cae lesionado. Un defensa de su equipo (situado cerca de la frontal de su propia área) intenta lanzar el balón fuera de banda (pero al lado contrario del campo, no a la línea lateral que tenía más próxima), y le sale un tiro desviado hacia la línea de meta del Valladolid, escorado hacia el córner.

El defensa vallisoletano García Calvo no hace caso a su portero, César, quien le pide que deje salir el balón (ya con poca fuerza), y lo lanza fuera de banda, cerca del banderín.

Juanele hace el saque hacia Marcos, del Valladolid, para que éste devuelva finalmente el balón al lugar de origen (la defensa del Tenerife) con un patadón, pero en lugar de hacer eso parece intentar que el balón salga (ahora sí) por su línea de fondo; el tinerfeñista Makaay se le acerca, toca el balón, rebota en el defensa y sale a córner. Algunos jugadores del Valladolid reprochan al holandés Makaay su acción, y reciben el saque de esquina un tanto despistados. Y Juanele, libre de marcaje, logra el 2-2.

"Nos hemos pasado de galantes, pero no vamos a armar bulla", avisó un dirigente del conjunto vallisoletano. La indignación fue unánime entre los jugadores del Valladolid al comprobar el precio de su gesto.

"No les dije nada a los jugadores del Tenerife. Estaba muy caliente", contó ayer García Calvo al recordar su detalle de deportividad. "¡Se te queda una cara de tonto...!", fue el comentario de César.

Los jugadores del Valladolid coincidieron en que lo vivido en Tenerife "es uno de los gestos antideportivos que no se deben dar en un campo de fútbol". "Los del Tenerife no se comportaron como tiene que ser. Les faltó ética", aseguró García Calvo. "La deportividad debe existir entre todos nosotros".

Lección aprendida

La plantilla del equipo vallisoletano salió del campo con una lección aprendida que compartieron ayer dos de los principales actores de los hechos: García Calvo y César. "Nos tiene que servir para aprender", recalcó el portero; y el defensa advirtió: "Habrá que ser un poco más listo la próxima vez".

Otro de los afectados, Makaay, informa César Fernández Trujillo, no se pronunció sobre esta polémica. Juanele, por su parte, justificó la actitud del holandés. El delantero asturiano aseguró que no hubo mala intención, ya que él devolvió el balón a la defensa del Valladolid. El posterior córner, para Juanele, se produjo porque Marcos, en lugar de alejar el balón, quiso protegerlo para que saliera por la línea de fondo, lo que aprovechó Makaay para forzar la situación.

El centrocampista serbio del Tenerife Jokanovic tiene otra visión: lo más importante era marcar el gol del empate y demostrar que "siempre somos buenos". Y justificó su postura al recordar que al Tenerife también le han sucedido situaciones de ese tipo.

Por su parte, el entrenador del equipo canario, Juan Manuel Lillo, no quiso enjuiciar la jugada y ratificó la versión de sus jugadores.

Hechos como éstos no han sido los primeros en la historia del fútbol español, y la advertencia de García Calvo hace presumir que tampoco los últimos. Hace un par de temporada, en un Betis-Celta de Copa, el equipo vigués vivió un caso similar.

El bético Bjelica recibió un balón en un saque de banda cedido por el Celta para que se atendiera a un rival. Cuando todos esperaban que lo entregase a un rival para devolver el detalle, el croata, ahora en el Las Palmas, tiró a puerta y marcó. El tanto supuso el triunfo del Betis por 2-1, resultado que permitió al conjunto andaluz seguir adelante hasta disputar la final de la Copa.

Hace cinco temporadas, en un Atlético de Madrid-Osasuna de Liga, el portero del equipo pamplonés Roberto quedó tendido sobre su área al chocar con Schuster. Donato (entonces en el equipo madrileño), situado a 40 metros, creyó encontrar el cielo y buscó el gol con un tiro parabólico. Roberto desvió como pudo la pelota, pero Moya la introdujo en la meta. El tanto permitió al Atlético ganar el partido por 2-1.

Reunión

El Valladolid ha vivido esta misma temporada en su campo un caso parecido, si bien no afectó al resultado. Se enfrentaba al Espanyol y su entrenador hasta hace unas jornadas, Marcelo Bielsa ordenó a su jugador Cristóbal que no entregase el balón a un rival tras un saque de banda cedido para atender a un lesionado.

Hechos como los del domingo en Tenerife, además, han provocado que el sindicato de los jugadores, la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles), acelere la puesta en marcha de una campaña a favor del juego limpio.

El presidente de la AFE, Gerardo González Movilla, anticipó ayer algunos contenidos: erradicar costumbres como la de pedir tarjetas para un rival, simular lesiones o engañar a los árbitros. "Nuestra idea es celebrar una reunión en Madrid con árbitros, entrenadores y capitanes de los equipos para debatir estos asuntos e implantarlos a partir de enero de 1999", dijo.

La jugada que contó el padre Bruno

ÁLEX GRIJELMO, Madrid
El padre Bruno, el jesuita más ameno del colegio, lo explicó entusiasmado aquel lunes en clase: un futbolista había preferido la honradez a la eficacia. Y eso merecía una charla.

Zaballa, que aparecía entonces en los cromos del Sabadell, lanzó el balón fuera intencionadamente cuando tenía ante sí la portería entera del estadio Bernabéu. El guardamenta del Real Madrid, Junquera, había quedado en el suelo como consecuencia de un choque en el lance inmediatamente anterior, y Pedro Zaballa Barquin, a quien en la temporada anterior coleccionamos con los cromos del Barcelona, prefirió no aprovecharse de la desgracia ajena.

El cántabro Zaballa, que también se había alineado en los cromos del Racing de Santander, pero eso no lo sabíamos entonces, mereció luego la concesión del premio Fair Play (juego limpio) que otorga la Unesco como reconocimiento a la deportividad. Y su gesto del Bernabéu durante aquella Liga de 1970 se recordará en el fútbol español mucho más que su único partido internacional (ante Irlanda, en la Eurocopa de 1964) o sus 209 encuentros en el Barça, incluso más que el gol 2.000 de los azulgrana, que él mismo consiguió.

Los futboleros de la clase (los que concursábamos en el camino hacia casa con preguntas como "a que no sabes de qué juega Niz, el del Las Palmas", los que dábamos la vida por completar en el álbum la plantilla del Onteniente), comprendimos ese lunes que aquella afición que nos rompía los pantalones y los zapatos, y que, según nuestros padres, nos alejaba de los libros de texto, se había convertido en algo importante. El padre Bruno acababa de dibujar la jugada de Zaballa en la pizarra, y ya no la olvidaríamos nunca.

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