Cupeiro2.jpg (30034 bytes) UN CASO DE AGRESION AL ARBITRO EN CATEGORIA JUVENIL

La punta del iceberg

La agresión al árbitro de 17 años José Cupeiro no es un hecho aislado

José Cupeiro Pérez descansaba ayer en su casa, donde el teléfono no para de sonar desde el pasado sábado. La llamada que abrió este episodio, que demuestra que el fútbol se ha convertido en un escenario más de la violencia social, la realizó José desde la clínica Santa Catalina. "Mamá, estoy bien, pero tienen que hacerme unas pruebas". La respuesta de Carmen Pérez Molina al otro lado del hilo telefónico no fue más que una pregunta: "¿Qué ha pasado?"

La interrogante que se abre es mucho más amplia de lo que concierne a este caso. José ha denunciado la agresión de Carlos Jacobo Barrera Salazar. La denuncia sigue su curso en el juzgado de instrucción número 7 de Las Palmas de Gran Canaria. Lo más importante, su estado de salud, no es preocupante. Pudo haberlo sido si su mandíbula se hubiera desplazado unos centímetros más. La casualidad quiso que el entrenador del juvenil del Marino, Alfonso León, sea auxiliar clínico. Gracias a sus conocimientos profesionales José pudo ser atendido en el propio campo y su mandíbula volvió a su sitio.

Lo más desconcertante, sin embargo, es la sensación de impotencia ante sucesos como éste. Un chico de 17 años tirado en el suelo, sin nadie que se decida a actuar de inmediato para socorrerlo, o las provocaciones reiteradas de algunos jugadores del Escaleritas, empeñados en pelear con los del Marino o con sus aficionados, son la imagen del desgobierno en el que puede caer cualquier campo de fútbol base, donde quien arbitra es un ser indefenso, sin fuerzas de seguridad, sin personal médico cercano, a merced de la ira de cualquier descontrolado.

"Le puedo decir que pasé auténtico miedo", señala el padre de un jugador del equipo del Marino. "Al principio no saltamos al campo porque no pensamos que fuera tan grave y porque podíamos provocar una tangana en el terreno de juego".

- ¿Ha vivido esto en otra ocasión?
- Muy parecido. Cuando jugamos en el campo del Unión Peña, donde empatamos a tres, los jugadores agredieron a padres y jugadores del Marino al acabar el partido. Las novias les animaban y la situación era muy comprometida. Contra el Hespérides también tuvimos un altercado. Y le invito a que venga a campos como el de Zárate o Pedro Hidalgo.

No hace falta ir a esos campos. La violencia es moneda de cambio habitual en cualquier cancha, como lo es en los mogollones carnavaleros, en la televisión...

José Luis Guerra, presidente del Escaleritas desde hace ocho años, lleva tres días sin dormir. "El jugador que agredió al árbitro y su hermano [Abel] ya tienen la baja federativa. No los quiero en el club. Carlos estaba apartado del equipo. Creo que sólo ha jugado un partido en toda la temporada, pero el entrenador del juvenil se me fue la semana pasada y el que acompañó a los jugadores al López Socas fue un delegado. Una vez que juega y mire el daño que ha hecho al club y a todo el fútbol base canario, porque ya me dirá a qué altura hemos quedado todos".

"No es justo que el Escaleritas pague todos los platos rotos", prosigue. "Al chico éste [José Cupeiro] lo salvó mi hijo hace cuatro o cinco domingos de que le pegaran en otro partido. El presidente del Atlético Feria agredió a otro árbitro hace tres sábados..."

Las palabras del presidente del Escaleritas tienen su razón de ser. La lista de agresiones que se producen cada jornada es amplia, pero la inmensa mayoría no trasciende. Este año han llegado a esta redacción noticias de cuatro agresiones a árbitros.

(MAS INFORMACIÓN)


PUBLICADO EN EL DIARIO LA PROVINCIA DEL 11.3.98.

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